LA ERA

Algo de historia de la era.

Cuando restauramos la casa rural, teníamos conocimiento de que disponía de una era empedrada, según los mayores del lugar una de las más grandes del pueblo.... se veía el espacio despejado en el que se ubicaba, pero no se observaba ni rastro de las piedras del empedrado.
En nuestro afán por darle vida al cortijo, empezamos a limpiarla, a quitar tierra, escombros, hierba,..... y al fin vimos un trozo de empedrado. Aunque estábamos cansados, este hallazgo nos hizo seguir hasta descubrirla por completo. Ahora, se puede observar como en sus mejores tiempos cuando era el centro de las actividades agrícolas del verano.

Nos cuentan, que la empedró un hombre que se dedicaba a este oficio y lo hacía a cambio de la comida. Tenía que buscar piedras por los alrededores y transportarlas hasta la era a lomos de un burro al que se colocaban en su lomo unas pedreras, especie de cajones de madera para meter las piedras.
Luego tenía que ir colocándolas ordenadamente en el suelo. Las piedras más gordas se empleaban para trazar unas líneas que servían de guía, algunas veces paralelas, otras con forma radial y con las más pequeñas se rellenaba todo el suelo.
Las eras se acondicionaban de esta manera porque así se facilitaban las tareas de la trilla y recogida del grano.
Algunos recuerdos

las labores agrícolas acababan cada año con los trabajos en la era: trillar, dar la vuelta a la parva, barrer la era "ablentar", quitar las granzas, recoger el grano y guardar la paja.
Para los mayores, era un duro trabajo que, a veces, se realizaba con la ayuda de vecinos, era una actividad social.
Para los niños era una fiesta: correr por encima de la paja, resbalar, caer, subir en el trillo mientras daba vueltas tirado por los mulos,..... ¡Cuánta vitalidad y cuánta diversión con tan pocos recursos!
Por las noches, a veces, nos dejaban dormir en la parva que nos hacía de colchón, nos cubríamos con una manta porque por las madrugadas refrescaba. Por techo, disfrutábamos de un cielo estrellado y límpio que nos hacía reflexionar sobre la grandeza del universo.
Nos costaba mucho conciliar el sueño porque no parábamos de hablar y gastar bromas....¡qué tiempos aquellos!

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